La realidad que enfrentamos hombres y mujeres que participamos en política es compleja y nos llama a reflexiones profundas. Hoy en la segunda década de este siglo, estamos viviendo una gran crisis mundial, se asoman tiempos de un gran cambio, pero para entenderlo y aportar debemos de ver y analizar realidades que coexisten con ese deseo de cambio.
El descrédito de la política y los políticos, la visión de la política como un negocio para algunos, que permite la corrupción y la ineficiencia, que no ofrece ni equilibrio informativo ni calidad en la información y que hunde en la pobreza a importantes sectores de la población.
Las crisis internacionales financiera, energética, alimentaria, ambiental que afectan mas a las poblaciones más vulnerables, 200 millones de personas viviendo en pobreza. Recursos básicos para la vida como el agua en riesgo.
Los partidos políticos, las instituciones de justicia y electorales, las organizaciones sociales y los medios de comunicación son actores claves, estos deben de replantearse su comportamiento ante el gran rol de responsabilidad que desempeñan. El ejercicio de sus funciones ante la creación, ejecución y cumplimiento de las normas y leyes que han de regir nuestros sistemas democráticos reviste una vital importancia, para llegar a democracias reales estos deben de profundizar sus acciones y redefinir estrategias que fortalezcan el sistema desde el respeto a la institucionalidad, la participación sin exclusiones, la igualdad, el reconocimiento los derechos.
El momento histórico exige de un cambio profundo de la política para la construcción de democracias que merezcan llamarse como tales. Es necesario romper con la lógica de la política como negocio personal aceptada por importantes sectores de la sociedad. La nueva política nos permite usar el poder como herramienta para el bien común. Respeto a la ciudadanía, decir y prometer solo lo que estamos en capacidad de hacer. Transparencia en nuestra actuación política, no transar los principios éticos por oportunidades personales, dándole la espalda a la gente. Rendir cuentas de lo que hacemos y comprometer a la ciudadanía a un verdadero control ciudadano. Reconocer que el poder es por delegación y actuar en consecuencia, el poder es de la gente. Dialogar con la ciudadanía a través de las organizaciones. No transar lo malo por lo bueno, apoyar las cosas de acuerdo a la propuesta programática de nuestro partido.
Negociar en mesa de vidrio reconociendo las diferencias para llegar a acuerdos válidos y duraderos, no imponer nuestros poderes circunstanciales, porque tarde o temprano otros nos harán lo mismo. No descalificar personalmente a nuestros adversarios, nuestras batallas deben centrarse en ideas y propuestas no en personas. Fortalecer nuestro liderazgo individual sin socavar el liderazgo colectivo. Construir agendas y prioridades a partir de los sectores más excluidos de la sociedad. Utilizar transparente y eficientemente los recursos públicos para dar respuesta a las necesidades sociales. Vincular nuestro trabajo local y nacional con el trabajo global, conociendo las informaciones y planteamientos estratégicos necesarios para la toma de nuestras decisiones en un mundo global.
La política desde el ejercicio cotidiano necesita respeto, trabajo en equipo y luchar por el bien común. En este momento de crisis mundial no estamos ajenos a vivir en crisis, pero podemos y debemos ser responsables de la construcción de nuestra historia reasumiendo el compromiso de ciudadanos del mundo que luchamos por democracias que den a la gente bienestar social desde el reconocimiento de igualdad ante las leyes. No estamos en épocas de cambio, estamos ante un gran cambio de época, construyamos puentes hacia democracias inclusivas y con derechos reales.