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miércoles, 20 de febrero de 2013

La grandeza de quien dirige

En estos días se habla mucho de liderazgo, de quien es líder, de relevo de liderazgo, de construir nuevos lideres...eso me lleva a compartir con ustedes algunas miradas sobre este tema de moda en un mundo en crisis, en un cambio de época, siguiendo los análisis de los profesores Castiñeira y Lozano y la periodista Cristina Sen.
 
Un líder debe saber que conocimiento, acción y  persona deben de ir de la mano, ya que es la forma de trascender los análisis parciales y sesgados, y evitar el muy probable y paulatino ensanchamiento del ego, la confusión entre rol y personalidad.
Es algo así como un día me comento doña Milagros: ¨buscar un equilibrio entre lo que se es y lo que se hace¨, debemos mantener viva la pregunta de por que se hace lo que se hace y huir de falsos heroísmos.
 
No estamos acostumbrados a trabajar la parte interior de las personas, solo nos preocupa el físico, la envoltura, por lo que a menudo no llegan a los puestos de relevancia los mejores lideres, sino lo que mas han aguantado, entonces llegar al poder no significa ser un buen líder, sino tener resistencia.
 
Muchos de los que hablan de necesidad de cambio no se plantean cambiar ellos, el liderazgo empieza en uno mismo, el cambio empieza en uno mismo. Se requiere transformarnos nosotros mismos, para lograr que la sociedad se transforme a si misma.
 
El momento necesita lideres adaptativos, que sepan navegar por situaciones nuevas, moderar las tendencias sociales, articular contextos heterogéneos, construir mayorías, escuchar, ver y trabajar en equipo respetando las reglas. Todos sabemos que el problema de muchas organizaciones es la inmadurez de algunas personas con responsabilidades, aunque en ciertas actividades pueden ser muy eficientes, son personas tóxicas, les falta la calidad humana.
 
Quien dirige debe tener calidad humana, esto le hace grande, capaz, pues se conecta a la vida en sentido amplio  porque parte del ser para hacer.  Es difícil, pero no hablo de líderes extraordinarios, sino de liderazgos posibles. Gente dirigiendo gente, la grandeza de quien dirige radica en conectar el ser con el hacer.
 
El liderazgo a alto nivel es difícil, es una actividad estresante, la toma de decisiones, la soledad, y es unidimensional, ya que supone periodos de tiempo largos dedicados a estas única tarea, por lo que el precio a pagar es duro. Por lo que es necesario construir una cultura organizativa.
En un mundo sin un horizonte claro y en constante vaivén los dirigentes actuales se mueven en la oscuridad, y mas vale primero mirar hacia dentro.
 

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