Pensar que estamos en igualdad de condiciones, hombres y mujeres, en pleno siglo XXI es ignorar la cotidianidad en que transcurre la vida de las mujeres, seguimos siendo las heroínas sin nombres, ejemplo de amor y sacrificio, ocultas en las paginas de la historia, solo algunas logran ser visibilizadas, seguimos siendo nuevas protagonistas en un viejo mundo, de viejos cánones morales sobre una nueva autopista de 2.0.
Si bien las mujeres estamos mejor que a inicios del pasado siglo, aun no hemos logrado obtener la ciudadania paritaria. Y para no irnos a teorías profundas, citar autoras y autores, basta con analizar lo que acaba de pasar en mi país, República Dominicana, con la Primera Dama de la República, la cual ha tenido que renunciar en su partido al derecho de presentarse y participar como precandidata en las próxima primarias internas del PLD.Y porque cuestionar su tiempo de militancia en el partido..., porque cuestionar capacidad y condicionarla a su vinculo de esposa del Presidente de la República..., y es acaso que a los hombres se les impide llegar por falta de militancia partidaria, o es un impedimento que un Presidente beneficie a un discípulo con su apoyo....
La realidad política es que todos los candidatos de un partido siempre querrán gozar de la simpatía y apoyo del Presidente de su partido, y mas del Presidente de la República, aunque muchas veces este no sea de su partido.
Las mujeres día a día avanzamos en el acceso a posiciones de poder, pero este avance es lento. Hoy a penas 13 mujeres en el mundo son Presidentas o Jefas de Estado, de esas en AméricaLatina hay tres presidentas.
La verdad es la realidad, no se esconde, depende del poder, de ese poder que no se da, que se conquista hasta llegar a matar. Un poder ligado a la tierra, y en un mundo aun dominado por los hombres.
El cargo no hace a nadie, cada persona le pone la impronta suya a sus espacios. Ser esposa, hija, hermana, sobrina, tía, novia, amante, o simplemente amiga es solo un instrumento que si no le acompañan valores, acciones, ideas y trabajo no conducen a ningún lado.
Me veo en el espejo de las mujeres que llegan, con ellas llego yo. Me veo en el rostro triste de las que sufren y lloran, pero que siguen paso a paso conquistando sus sueños. Y vivo pendiente de las mujeres que necesitan ayuda, una mano para levantarse y alcanzar sus sueños, pues en ellas veo mi hija y millones de niñas que no encuentran una mano que las impulse, la sostengan y la reconozcan como sujetas de derecho.
Mi país, una isla colocada en el mismo trayecto del sol, como dijo nuestro Pedro Mir, ha sido cuna de encuentro de civilizaciones, ha resistido dictaduras, gobiernos represivos, guerras, ha visto luchar y morir hombres y mujeres por un a patria libre e independiente, este país colocado en un archipiélago de azúcar y alcohol espera, pacientemente, que en este nuevo siglo una mujer le gobierne y le devuelva a la patria "el amor de madre!". Esperamos que las paginas de la historia pueda un día visibilizar a una mujer, dominicana, Presidenta de mi país, un país de mezcla de razas, creyente y lleno de fe en un mejor porvenir.
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